Después de dormir pocas horas (la música a tope del bar de en frente no ayudó mucho) lo preparamos todo para zarpar, el viento soplaba fuerte y tuvimos que esperar a que parara la racha para salir, la maniobra fue todo bien y solamente salir de puerto nos encontramos con unas rachas muy fuertes (algunas más de 45 nudos).
Por suerte, no había mucho oleaje y el viento era portante, así que con una pizca de vela el velero en el cual iba a bordo (un Bavaria 38) alcanzó puntas de más de 10 nudos. A unas pocas millas ya cruzamos la punta donde asoma el majestuoso templo de Sounion, a partir de aquí todo fue un poco más tranquilo, aunque se había de ir con cuidado con las fuertes rachas cerca de la costa así que poco a poco nos fuimos alejando de la costa.
Luego nos enteramos que uno de los veleros (el Bavaria 44 capitaneado por el veterano Chano) había roto la mayor al salir de puerto y tuvieron que volver. Suerte del buen servicio que hizo que en unas horas (y siendo domingo) ya tuvieran una mayor lista para navegar.
La travesía fue directa sin tener que hacer bordos para llegar a la Isla de Poros, navegamos juntos con el otro Bavaria capitaneado por Lucas, que navego siempre prudente y con los rizos adecuados para la situación.
A la tarde llegamos a la Isla de Poros y fondeamos en una cala magnífica para comer (aquí descubrimos que Albert es un excelente chef) y darnos el primer baño. La Isla de Poros está muy cerca de la península (unos 100 metros solamente).
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