martes, 15 de enero de 2013

Marruecos en moto 2013: 7º día

7º DÍA:

A la mañana siguiente, después de recoger los trastos y pegarnos un buen desayuno en el pueblo, enlazamos con otra de las pistas que habían transcurrido por el Rally Dakar.

La pista era bastante fácil excepto que la pista desapareció en un Oued (río seco) repleto de piedras durante un buen rato.


Al cabo de un rato llegamos a un pequeño pueblo bastante aislado. Como es habitual, vinieron muchos niños a interesarse por nuestro viaje y sobretodo para ver las motos y hacerse uno por uno una foto encima de ellas.




Pasado el pueblo seguimos por una pista rápida hacia el Oeste que iba siguiendo el valle.



A lo largo de la ruta cruzamos algún pueblo más y luego el camino cada vez se volvía más sinuoso y divertido. Como es habitual en estos caminos prácticamente no nos cruzábamos con nadie.





Íbamos camino hacia la ciudad de Tata donde paramos a comer algo y luego fuimos hacia el Noroeste para visitar una vieja Kashba llamada Ait Mansour. Luego por el camino tuvimos el primer problema ya que pinchamos una rueda. Suerte que estábamos bien equipados y pudimos repararlo in situ.



Mikel, como podéis ver, todo un experto en esto de cambiar ruedas. Yo me dediqué a la ardua tarea de hacerle fotos...ah! y recuerdo haberle pasado también un tornavís.



Más tarde nos encontramos con este curioso lagarto, no fue el único que vimos pero si el único que quiso posar para nosotros.


Aquí abajo un amiguete se embutió detrás de mi moto y me llevó hasta su colega que tenía un compresor en su garaje lo que nos permitió hinchar bien la rueda. Como suele pasar, a cambio del favor otro cigarrito (aunque no fuméis vale la pena llevar unos cigarrillos en este país y para un buen favor no hay mejor regalo que una botella de whisky, eso sí, decir aquí que obviamente la mayoría son musulmanes y no toman alcohol aunque decir también que nunca he visto que digan que no a una botella de whisky).


Realmente valió la pena visitar Ait Mansour, estuvimos a punto de quedarnos pero el Sol no se había puesto todavía y decidimos apurar un poco más y dirigirnos hasta Tafraoute.






La última parte del recorrido fue una carretera asfaltada que recorría un cañón repleto de palmeras. Poco a poco la carretera fue subiendo mientras cruzaba las montañas. Aquí ya nos fuimos despidiendo del desierto y casi podíamos empezar a oler el Atlántico.



Aquí arriba fue la última foto que hicimos antes de bajar al pueblo de Tafraoute, en donde habían algunos cuantos Campings y finalmente decidimos acampar en uno de ellos. La mayoría de estos Campings en Marruecos están pensados más para autocaravanas y algunas veces te encuentras con suelos duros y espacios que no invitan demasiado a acampar. 

Esa noche fuimos a dar una vuelta y cenamos algo por el pueblo, que en si no tiene nada en particular pero lo bonito es su ubicación ya que se encuentra rodeado de montañas y por una zona rocosa de caprichosas formas.

Después de dos días de duro desierto se puede decir que esta fue una jornada bastante sencilla y muy placentera.

Al día siguiente nos esperaba el Océano.

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